El día ya está brillando.
Te suplico humildemente Dios,
que pase lo que pase este día,
me guarde de todo mal que me aceche.
Mantén mi alma y cuerpo limpios,
que ninguna ira me aparte de ti hoy.
Aclara mi visión
y muéstrame el camino lejos de la vanidad.
Para que cuando el sol vuelva a desaparecer
y la oscuridad nos rodee de nuevo,
sin cargas que me atormenten,
pueda cantarte alabanzas al cielo estrellado.
Alabado seas Padre Amado
y tu hijo Jesucristo,
y el Espíritu Santo que nos consuela,
antes, ahora y para siempre.
Amén.